En el auditorio Aurita López del Jardín Botánico de Medellín, se realizó el conversatorio ‘Del cuaderno de notas al Smartphone’, leer y escribir en dispositivos móviles, por Carlos Suárez docente de la Universidad Católica Luis Amigó y Natalia Estefanía Botero, periodista de El Colombiano.
Como un par de amigos los dos empezaron hablando de la historia del cuaderno y de cómo poco a poco fue evolucionando, se empezó a escribir en papiro, piedras y objetos de la antigüedad que llevaron al ser humano a tener varias formas de apuntar sus pensamientos. Para la hora de la escritura llega el cuaternos un objeto con cuatro partes que se hace menos pesado y más fácil de llevar permitiendo una escritura más sencilla.
Se hizo énfasis en que el cuaderno es manipulable y está lleno de textos que llevan a buscar un espacio para leer, escribir y llenarse de conocimiento. Ahora vemos que enfrentarse a leer en una pantalla digital es llegar a un mundo más fragmentado por qué no son libros encuadernados con un solo cuerpo.
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Diferentes formas de leer
De las principales diferencias entre los formatos físicos y digitales, se encuentra la doble página abierta que no aparece en una pantalla, donde sólo se está viendo una luz que lleva a leer verticalmente, mientras que con un libro se lee horizontalmente siguiendo una lectura lineal.
“Yo no creo que leer en smartphone vaya acabar con la lectura, yo creo es que lograr la profundización y tratar de leer un libro con un cuerpo y tratar de sacar la idea, lo que quiere decir un autor, como suena y si suena con mi forma de pensar ” Natalia Botero.
A veces pensamos que el teléfono móvil puede acabar con el libro, pero eso no es así, el libro puede durar demasiado tiempo como han durado los otros medios de comunicación.
“El libro como medio, tiende a convivir con otros medios” Carlos Suárez.
No está mal que los jóvenes lean en móviles desde que los lleve a una idealización y profundización de sentimiento, pero si no los descansa y antes los lleva al cansancio le falta mucho de lo atractivo y relajante que se siente al leer un libro.
Además ahora es notorio que las personas a través de sus dispositivos viven procesos menos racionales hasta para pensar en dónde poner una tilde, se reduce la práctica una herramienta tan importante como es la escritura y su perfección.
«No dejemos que el mundo digital nos canse, los libros nos relajan»
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