Derecho a una muerte digna: Sedación paliativa

Por: Valeria Díaz González

Se le conoce como sedación paliativa, sedación terminal o cuidados paliativos al proceso que se realiza en un paciente, este consiste en suministrar fármacos los cuales disminuyen el nivel de conciencia de la persona en estado terminal para aliviar su sufrimiento. No existe evidencia de que la administración de sedación acorte la vida, ya que varios estudios retrospectivos no mostraron diferencias de la supervivencia entre los pacientes sedados y no sedados en las últimas semanas de vida.

Cristian Andrés Munera Zapata es auxiliar de enfermería en el área de cuidados paliativos del Hospital Universitario de Caldas; él pone en contexto que es la eutanasia y la sedación paliativa y cuáles son sus diferencias, dando claridad, puesto que algunas personas tienden a confundirlas. “La eutanasia provoca la muerte inmediata e irreversible mediante dosis letales de medicamentos, mientras que la sedación paliativa alivia el sufrimiento del paciente con fármacos sedativos, está puede ser revertida deteniendo la administración de los medicamentos, dejando que la enfermedad siga su curso natural hacía la muerte”.

Crédito: Breedstock

Cuidados paliativos de personas en estado terminal

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La sedación tiene tres fases, sedación intermitente, continua y plena, por lo general para poder iniciar con los cuidados paliativos se inicia en ese orden. En las tres fases de la sedación utilizan algo llamado Rescates, estos se utilizan cada que los familiares o el personal médico vean que el paciente está sufriendo, despertando o con sensación de ahogo. Durante la fase de sedación plena, si ven que el paciente hace una resistencia a los medicamentos, aplican dosis de Propofol que es un sedante que se utiliza como último recurso.

Para acceder a este derecho, la persona debe firmar una constancia que se llama Guía de voluntad anticipada, a través de este documento el paciente dice que quiere y que no quiere durante su proceso de sedación. A este en el momento más critico y con la autorización de él y de un familiar se le pueden llevar a cabo los cuidados paliativos. Según el Ministerio de Salud y Protección Social, los cuidados paliativos son una de las tres dimensiones del derecho a morir dignamente en Colombia; estos se entienden como las medidas para aliviar el dolor y los sufrimientos que se padecen por una enfermedad. Al ser la sedación terminal una medida dentro del mundo paliativo, este procedimiento no acelera la muerte.

El abogado Juan Felipe Zapata Álvarez, cuenta: “En Colombia no hay una ley en donde se menciona que las personas tienen derecho a morir dignamente, pero si hay unos pronunciamientos de la Corte Constitucional, especialmente en la sentencia 970 del año 2014 y la resolución 971 de 2021 que es un acto administrativo del Ministerio de Salud”.

Zapata también menciona que existen mecanismos para que terceros no intervengan ante la decisión de morir dignamente: “Hay que cumplir una serie de requisitos para que esa manifestación de voluntad libre sea indiscutible, es decir, que no haya un asomo de duda frente la entidad prestadora o los médicos que vayan a practicar la muerte dignamente”.     El primer paso sería que la persona sufra una enfermedad grave e incurable debidamente diagnosticada y que se encuentre descrita en la historia clínica; segundo paso, una expresión libre y voluntaria del paciente de que está dispuesto a morir haciendo la manifestación anticipadamente y por escrito, con dos testigos o a través de notaría.

Al final de la vida

Un caso en Colombia en el 2022, es el de Carolina Otálora una mujer de 40 años a quien le diagnosticaron un cáncer gástrico y no obtuvo mejoría, los médicos le presentaron la posibilidad de la eutanasia y de la sedación paliativa, decidiéndose por la segunda, la decisión no fue fácil, ya que, involucro sus creencias religiosas y el amor por sus seres queridos.

En nuestra ciudad se han presentado casos similares, un ejemplo de esto puede ser la historia de Liliana Londoño, una mujer de 39 años, quién el 30 de abril se acostó a dormir y no despertó. Sus familiares se dieron cuenta de esta situación al otro día a las 5:00 pm y de inmediato la trasladaron al hospital Santa Sofía, en donde el dictamen médico informó que se había broncoaspirado y que por el tiempo que permaneció inconsciente sin recibir los primeros auxilios, había sufrido múltiples microinfartos cerebrales, lo que le produjo muerte cerebral y la condujo a un coma vegetativo.

Liliana permaneció en esta condición durante 68 días, en los cuales era dependiente de las enfermeras y sus cuidadores en un 100%. Su familia asumió roles para su cuidado, con el fin de darle calidad de vida. Sin evidenciar mejoría, se vieron en la obligación de decidir si continuaban con el tratamiento médico o si le iban a aplicar los cuidados paliativos, su determinación final sería la segunda. El 7 de julio a las 14:32 pm Liliana falleció.

Juan Andrés Jaramillo Londoño, nos cuenta por qué se opuso a que se le aplicará la sedación paliativa a su madre y cómo se sintió en ese momento “Al principio no decidí acceder a estos cuidados, ya que tenía ilusión de mejoría en ella, también los médicos mostraban cierta esperanza; entonces, hablamos entre miembros de la familia y la mayoría se negaron. El día  que le aplicaron la sedación a mi mamá me sentí aburrido, ella estuvo 68 días en Cuidados Intermedios, pero así me doliera, tenía que seguir adelante y entender qué era lo mejor para ella”.                                            

La jurisprudencia ha dicho que quienes están llamados autorizar el tema de la eutanasia, de la muerte digna y la sedación paliativa, serían en primer lugar la madre, los hijos, la esposa, el esposo, los hermanos y finalmente hasta el segundo grado de consanguinidad abuelos y nietos.

Luz Marina González Londoño, hermana de Liliana cuenta por qué es importante acceder a este tipo de tratamientos y cómo afecta esto a una familia. “Es muy importante porque ayuda a darle calidad de vida a la persona, que su final sea sin dolor, tenga una muerte digna y sea un tratamiento que esté enfocado en la dignidad de la persona. Esta situación afecta a las familias, físicamente porque es un paciente que requiere cuidados las 24 horas del día, ellos se vuelven más pesados y esto hace que las personas cuidadoras se empiezen a enfermar y psicológicamente para uno se vuelve tormentoso ver esa situación inhumana”.

El Padre Julián David Rincón Durán, sacerdote católico de la Arquidiócesis de Manizales, nos menciona cuál es la postura de la iglesia frente a este tipo de tratamientos y nos da su opinión personal sobre ellos. “La postura de la Iglesia en cuanto a los cuidados paliativos y a todos los procedimientos médicos, irá siempre en razón de la defensa de la vida y la dignidad de la persona”. Sé está de acuerdo en que los cuidados paliativos se deben emplear ante todo para dar condiciones dignas al enfermo en medio de situaciones graves de sufrimiento y dolor. “Opino como sacerdote y en particular, que se pueden usar los cuidados y medicamentos paliativos siempre y cuando estos no atenten directamente contra la integridad o la vida del paciente enfermo. Nadie quiere ver sufrir gravemente a un ser querido”.

El sacerdote tuvo cercanía con la historia de Liliana. “En función de mi tarea como sacerdote, y a petición de su familia, pude visitar a la señora Liliana, cuando aún ella parecía tener conciencia en medio de su enfermedad, oramos por ella y la pusimos en manos de Dios. También fui conocedor del duro proceso que fue para su hijo ver a su madre en tan grave enfermedad, pero siempre quizá con el anhelo y la esperanza de verla recuperarse; por eso me sorprendió mucho, cuando tuve noticia de su muerte, de saber que, ante una mujer relativamente joven y aferrada a la vida, la ciencia y la medicina poco pudo hacer por ella.”.

La discusión sobre el derecho a una muerte digna y los cuidados paliativos nos lleva a considerar cómo abordamos el sufrimiento terminal. Es esencial comprender las diferencias entre eutanasia y sedación paliativa para tomar decisiones informadas y respetuosas hacía quienes enfrentan enfermedades terminales. Las historias de Carolina y Liliana destacan la complejidad de estas decisiones, donde la fe, el amor y el respeto por la vida se entrelazan en un difícil proceso. La postura de la iglesia y las leyes también influyen, pero la prioridad debe ser siempre brindar confort y dignidad a quienes enfrentan esto en sus vidas.

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