Por: Luis Fernando Duque Restrepo*
En Duplicado, del Teatro Petra, todo ocurre dos veces, pero nunca igual. Una joyería asaltada, unos gemelos confundidos, un naufragio que se repite en los cuerpos de quienes sobrevivieron. La escena avanza como una espiral en la que los personajes tropiezan con versiones de sí mismos, intentando entender qué parte de su historia es cierta.



Fabio Rubiano, autor y director, retoma las comedias clásicas de enredos para hablar de algo más incómodo: la identidad como error, la memoria como montaje. En su propuesta, los equívocos no buscan solo provocar risa, sino revelar las grietas que deja el paso del tiempo y la imposibilidad de reconocerse por completo.



El espacio se convierte en un punto de cruce: las líneas del presente y el pasado se confunden, los cuerpos se repiten, los rostros se mezclan. En esa confusión hay algo inquietante, pero también familiar: la sensación de no ser nunca una sola persona.


Duplicado deja abierta la pregunta sobre qué nos hace únicos y qué parte de nosotros pertenece a otro. Al final, el escenario queda como un espejo roto: cada fragmento refleja una historia, una duda o una vida que tal vez no era la nuestra.

- Profesor del programa de Comunicación Social
