Familias disfuncionales, viviendo en la normalidad

Ya han pasado 10 años desde que Diego Giraldo supo que sus padres se iban a separar y no sólo eso. Su madre le confesó que con quien había convivido durante 16 años, y él había visto como figura paterna, no era su padre. Además, ella le reveló que era bisexual y salía con una mujer. En Colombia, casos como el de Diego son muy frecuentes. De cada diez parejas que se casan, tres se divorcian y un 10% de las que se separan lo hacen en los primeros tres años.

«Cuando mi mamá me contó ya no sabía qué era real o falso en mi vida». Lo primero que pensó en ese momento es que no sabía de dónde venía y hasta para dónde iba. «Perdí el horizonte. No quería ni conocer bien mi historia». No pensó en tener un drástico cambio en su vida. Empezó a tener comportamientos rebeldes y por eso sus padres decidieron que una forma de mejorar la situación y procesar todos estos sucesos era que él realizara un intercambio a Londres por un año. En 2006 Diego viaja hacia allí para afianzar su inglés, pero conforme conoce personas y empieza a relacionarse con ellas, deja de ser constante en el instituto y empieza una nueva rutina. De lunes a miércoles iba a casinos y fiestas. Se volvió un hábito fumar y tomar. De jueves a domingo trabajaba en un hotel lavando platos para pagar todas sus salidas. Conforme pasa el tiempo, asimila lo ocurrido y decide volver antes de terminarse el año de intercambio.

La psicóloga María Cenelia García, quien se ha especializado durante los últimos cinco años en el sano desarrollo de la adolescencia,  afirma que el entorno familiar puede facilitar o dificultar el desarrollo psicológico del ser humano. La familia impulsa o frena el desarrollo de una buena salud emocional, dado que aunque la persona haya llevado una vida tranquila, un suceso  puede desequilibrar su estabilidad y cambiarlo todo. Son los niños y adolescentes los más afectados porque están en etapa de formación y aprendizaje. Si no logran canalizar estas experiencias, pueden volverse vulnerables a caer en adicciones o adoptar los comportamientos inadecuados vistos en quienes los han criado. «Es importante aclarar que cuando hablamos de familia disfuncional, nos estamos refiriendo a un grupo primario caracterizado por las conductas inconvenientes de los miembros tales como, adicciones, conflictos interpersonales, situaciones adoptadas por los miembros como algo normal», afirma García.

Todos somos familias disfuncionales

 

Según un estudio del Mapa Mundial de la Familia 2017, realizado por las entidades Child Trends, Social Trends Institute y ocho universidades del mundo, incluida la de La Sabana de Colombia. El 55 % de los niños del país viven con adultos diferentes a sus padres, haciéndolos vulnerables a la violencia, hacinamiento y abusos. Un 11 % viven sin sus dos padres. El 84 % de los bebés nacen de madres solteras y es el país donde más crece la unión libre 35 % y cae el matrimonio 19 %.

Para Carlos Marulanda, matemático de la Universidad Nacional y profesor de colegio, haberse criado en una familia no determina qué tan buena o mala persona serás. Él no creció en un entorno tradicional, lo crió la tía, a sus papás nunca los conoció y no ve la necesidad de que en la familia deban estar mamá, papá e hijos y si no está conformada de esta manera, ya sea llamada familia disfuncional. Menciona la importancia de romper con esos paradigmas formados por la sociedad sobre cómo debe ser una familia. «Para mí, una familia puede estar conformada por dos papás e hijos; dos mamás e hijos; abuela, tíos y los niños; dos papás, una mamá e hijos. Son tantas las formas cómo se puede desarrollar y formar un individuo, y a la sociedad se le ha olvidado eso. No existe ‘La familia perfecta’,  eso siempre nos lo han impuesto».

Como Carlos, Laura García de 27 años, tecnologa de Gerontología y en el momento estudiante de derecho, piensa que el tener familia no lo es todo. Para ella, ser madre no ha estado entre sus planes, conlleva mucha responsabilidad. Además tiene muchos proyectos, pasatiempos, quiere invertir su tiempo en experiencias aportantes a su crecimiento personal. «Para formar a alguien primero dedo formarme a mí. Definitivamente para pensar en tener un hijo, debes ser un buen guía, de ti van a partir sus creencias, ética, valores, la moral, su perspectiva del mundo; todo esto implica una construcción propia y todavía nos falta mucho para ser unos buenos padres», asegura Laura.

Mientras Laura piensa en no tener hijos, el proyecto de vida de Luisa Tejada ha sido formar una familia. Expresa que siempre lo ha tenido muy claro. Cuando era niña le encantaba pensar en la familia ideal por eso siempre jugaba con las muñecas. Cuando fue creciendo, la mamá le aconsejó pensar muy bien cómo quería  conformada su familia y ahí fue donde empezó a formar su proyecto de vida, especificando cómo sería hombre para su vida, cuántos hijos quiería tener. «Para mí, la familia es el pilar que conduce a una sociedad más comprensiva, tolerante y desinteresada por eso tengo la mentalidad de ayudar y contribuir a la transformación social a tráves de mi familia».

David Duque es un joven homosexual de 23 años, estudiante de arquitectura quien también sueña con formar su propia familia. Asegura que a pesar de que la mayoría de personas ya han cambiado su mentalidad al ver a una pareja homosexual todavía existen algunos poco tolerantes, quienes no conciben la posibilidad de que un niño sea criado por padres del mismo sexo, por eso él quiere contribuir a cambiar ese concepto  y además, darle la oportunidad a un niño para desarrollarse en una familia, brindándole mucho amor, apoyo y educación. «No porque yo tenga una inclinación sexual diferente a la planteada por la sociedad, quiere decir que no tenga el derecho a estar en constante búsqueda de mi propia realización tanto personal como profesional», expresa David.

Después de 10 años de que Diego Giraldo regresara de Londres, se graduó de ingeniería de sistemas y expresa que así su vida haya cambiado, supo afrontar todo con el tiempo. Hoy solo le agradece a su mamá por apoyarlo y escucharlo. Siempre estuvo dispuesta a decirle la verdad.  La razón por la cual la mamá de Diego decidió decirle la verdad es porque la situación para la comunidad LGBTI ha mejorado y según Diego, algunas parejas se casaron cuando la sociedad en la que vivían era muy intolerante frente a los gays, entre ellas sus papás.

«A pesar de la separación de mis papás, yo ya amaba a mi papá, así no fuera de sangre, para él yo soy su hijo y él mi papá», asevera Diego. Actualmente tienen la misma relación de antes. Todos los días hablan y está en cada momento importante de su vida. Manifiesta que simplemente son experiencias y aprendió a vivir con eso. Sobretodo, le enseñó a apreciar, valorar y amar a su familia tal y como es. «Por más problemas entre nosotros, son ellos quienes siempre van a estar a  nuestro lado acompañándonos y enseñándonos que no hay familias disfuncionales, simplemente familias diferentes pero con el mismo amor o más».

 

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