El centro de bienestar del anciano « Benjamín Correa Fernández” ubicado en el municipio de Copacabana es una institución que aunque brinda acompañamiento a las personas mayores durante la etapa de la “vejez” carece de recursos para mejorar la atención y cuidado de los ancianos, lo que trae consigo conductas de aislamiento, además de padecer un proceso de abandono.
Algunos ancianos, debido a la situación de invalidez y de violencia intrafamiliar, son internados en centros de bienestar, donde pasarán sus últimos días enfrentados a situaciones de hacinamiento, pérdida de la intimidad y asistencia despersonalizada.
Aunque en el Municipio de Copacabana existen cuatro asilos, solo uno de ellos es público y carece de recursos. Es una casa finca acondicionada; el piso es resbaloso lo que hace que sea peligroso, se espera un aporte de la empresa privada para cambiarlo.
La mayoría de ancianos en los geriátricos sólo esperan la muerte.
Detrás de los ojos de Marta Alicia se esconden historias, anécdotas y un pasado del cual no le gusta hablar.
La resignación y la espera de la muerte son las principales sensaciones de los ancianos que viven en estos espacios.
Esta habitación hace parte del segundo pabellón de mujeres y ahí duermen siete ancianas.
Con once novios en el hogar geriátrico, María Aurora se caracteriza por ser la mujer más divertida y conversadora entre su grupo de amigas, le gustan los refranes y los buenos tratos.
Para María Aurora todos los días son iguales, no hay incentivos. Ella cree que deberían cambiar a la gente de vez en cuando de unas residencias a otras para que todo pueda variar.
La institución brinda acompañamiento a los 35 adultos mayores que se encuentran en el hogar, satisfaciendo necesidades biológicas, psicológicas, sociales y espirituales
Los medicamentos para los adultos mayores están organizados en un armario que contiene 36 cajones con el nombre de cada uno.
Así los ancianos se ahoguen al caminar, aunque parezca increíble muchos de ellos lo primero que piden a los visitantes son monedas para comprarse un cigarrillo.
La mayoría de personas que permanece en el hogar dicen que tienen paz, sosiego y bienestar, y creen que tienen suerte al tener las necesidades básicas cubiertas, pero lo que prevalece es la resignación ante su situación.
Abraham de Jesús representa otra cara de la infancia, un hombre al que le encanta la navidad pero que a la vez lo pone nostálgico.
Algunos ancianos prefieren no dar trabajo a sus familias. El resto están porque no tienen más remedio al no tener los suficientes medios económicos o al no poder vivir con la familia.
Cuando la persona ingresa al centro de bienestar lo visitan mucho, los familiares van casi todos los días y luego, una vez a la semana o cada quince días.
Hay abuelos sentados al lado de otros durante horas, pero no se comunican.
Poco a poco, van desfilando a sus cuartos para acostarse a dormir con la ayuda de las enfermeras, Abraham se despide de los visitantes.