Aguapanela y pan por sonrisas
Reunión previa al recorrido. Foto: Stiven García

El centro de Medellín es un lugar estigmatizado, entre otras razones, por la gran cantidad de personas en situación de calle que habitan este sector de la ciudad. Muchas personas lo evitan, pero otros, como los Aguapaneleros de la noche, esperan ansiosos los jueves en la noche para ir al centro y realizar una labor digna de admiración y reconocimiento.

“Aguapaneleros de la noche busca visibilizar y dignificar a las personas en situación de calle” argumenta Valentina Cardona, presidente de la fundación Aguapaneleros Medellín. A esas personas que la mayoría ignora, los Aguapaneleros los ven como parte de su familia. Los saludan, los abrazan, los quieren. “Sabemos que la vida se compone de momentos, entonces queremos ir a impactar desde la sonrisa, el amor y el abrazo, las vidas de ellos que han perdido tantas cosas” complementa Valentina.

Cada jueves, después de las 9 p.m. comienza un recorrido cargado de amor, buena energía, disposición de ayudar, aguapanela y pan. Realizarlo es un experiencia cargada de contrastes. Desde la impotencia al ver como en una ciudad que se jacta del desarrollo, la inclusión y la innovación, hay una enorme cantidad de personas sin un techo, sin comida, sin familia y sin identidad, totalmente abandonados a su suerte; hasta la satisfacción de conocer personas dispuestas a ayudar a los demás solo a cambio de una sonrisa.

Poco conocida para muchos, esta iniciativa no es nueva, lleva más de 20 años y ha sabido sobrevivir al cambio generacional. “La estructura de la fundación consta de tres partes: la junta directiva, la asamblea y el voluntariado. Los recursos y la financiación son 100% autogestión, la junta directiva capta los recursos a través de personas naturales, o con la realización de actividades para recaudar fondos.  Así resume Valentina Cardona a la fundación como tal, y su forma de financiación. No se necesita mucho para realizar esta labor, y la recompensa es incalculable.

En un carrito de supermercado acomodan cuatro ollas llenas hasta el tope de aguapanela caliente y otras cuatro bolsas grandes llenas de pan. Sara Suescún, representante legal de la fundación, reúne a los voluntarios que llegan a acompañar el recorrido y les da las indicaciones pertinentes: “la situación de estas personas no debe ser un motivo para ganar popularidad en redes sociales, por ende, nada de fotos. Caminemos siempre en grupo, crucemos las calles juntos. Y lo más importante acérquense, saluden, hablen y escuchen. Ellos tienen mucho por decir y muy poco quien los escuche”. La reunión finaliza con el “grito de guerra” de los Aguapaneleros: “-¿Qué es lo que hay? -¡Aguapanela con pan! – ¿Con qué? -¡Con pan!”

La caravana cuenta con un participante muy particular: “El Diablo”. Un hombre de estatura media, tez morena, un poco por su color de piel y otro tanto porque seguramente lleva un par de días sin darse un baño, y de caminar dificultoso. Al llegar saluda a cada integrante con un cálido abrazo. Él, a simple vista, es un habitante de calle más, pero para ellos es un amigo. Cuenta con ellos y ellos con él, no se siente sólo, porque no lo está. Así se rompe el paradigma, los Aguapaneleros no buscan ayudar por lástima, buscan brindar amistad sincera a quien tanto la necesita.

La situación en Medellín en cuanto a los habitantes de calle es compleja. A cierre del 2016 la Secretaría de Inclusión Social y Familia reportó 4379 personas en situación de calle, los cuales habitan principalmente en el Centro, Laureles, La Candelaria, y los alrededores del río Medellín. El 29% de esta población son personas entre 30 y 39 años de edad; el 28% entre 50 y 59; el 21% entre 40 y 49; el 17% entre 18 y 29; y el 5% restante está sin identificar. También es importante mencionar que el 40% de habitantes de calle de Medellín son procedentes de otras ciudades y territorios. 

El gobierno municipal está ejecutando diversos programas como los Centros Día y Centros de Acogida donde se les brinda alimento y techo y las granjas donde reciben la oportunidad de trabajar la agricultura. Pero esto no ha sido plenamente efectivo, en primer lugar por el gran número de habitantes de calle y en segundo porque las cifras siguen aumentando. León Fredy Muñoz, presidente de Fenalpaz, afirma que a cierre del 2017 el censo de habitantes de calle aumentará a 6300 aproximadamente. Estas cifras aumentan el valor del trabajo realizado por entidades como Aguapaneleros Medellín.

El trayecto de Aguapaneleros comienza  en el Parque Bolívar, baja por La Paz hasta la carrera Bolívar, pasa por los Centros Día y termina en la avenida De Greiff y dura entre 2 y 3 horas. Entre los voluntarios se ve todo tipo de gente: Adolescentes, adultos, adultos mayores, e incluso extranjeros, como Eva, una joven estudiante de derecho nacida en Nueva Zelanda quien conoció sobre esta labor hace 4 meses y admite que la experiencia le ha servido para superar los miedos, las barreras y los juicios que normalmente se tienen sobre los habitantes de calle. “Ahora los veo como personas normales, me gusta mucho hablar con ellos y conocer sus historias, ya no tengo miedo” asegura con su particular acento. También iba con la caravana un grupo de alemanes quienes afirman sentirse encantados de participar en esta causa.

La última estación es en la avenida De Greiff, uno de esos lugares por donde pocos se animan a pasar. Allí conviven cientos de habitantes de calle en medio de disputas por droga, comida y un andén para resguardarse de las inclemencias del clima. La mezcla de olores, el ruido y el incesante ir y venir de personas complementan el deprimente panorama del sitio. Allí es la parte más difícil, porque la fila se hace interminable, algunos incluso aprovechan para colarse de nuevo en ella y repetir, pero llega un punto en el que se agotan los recursos. Las caras de quienes no alcanzaron a llegar dan cuenta de lo difícil que es sobrevivir en estas circunstancias, y el valor que puede llegar a tener algo tan básico y precario para muchos como un vaso de aguapanela y un pedazo de pan. Con el dolor en el alma generalizado, toca dar la vuelta y regresar a la sede.

Sin necesidad de buscar mucho se hace evidente que el mayor culpable de poner a las personas en situación de calle es el consumo de drogas. Todas las acciones llevadas a cabo hasta ahora por el gobierno local y las diferentes fundaciones son importantes, pero para frenar la expansión del problema es vital intervenir desde la infancia, brindando alternativas para alejar a los niños de la drogadicción, y minimizar el riesgo de convertirse en habitantes de calle. Fomentar y garantizar la educación y el deporte son pasos fundamentales en pro de este objetivo.

Finalmente en la estación Prado del Metro se realiza una última reunión. Valentina y Sara agradecen por la participación e invitan a seguir dándose la oportunidad de participar activamente en Aguapaneleros Medellín. Una experiencia muy grata y reconfortante, pero impactante para el alma y desgarradora para el corazón. Y así como empieza el recorrido, yo finalizo estas líneas con un grito: -¿Qué es lo que hay? -¡Mucho por hacer!

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