Foto autorizada por los padres de Institución Educativa Trincentenario.
«Privilegiar a los peatones frente a los automóviles, los barrios frente a las ciudades, los niños frente a los adultos, el juego frente al trabajo» Francesco Tonucci.
Santiago Álvarez Arias con 8 años de edad vive en compañía de su madre, abuela y una prima tan solo un año mayor a él, en un sector entre los barrios Caribe y Tricentenario de Medellín. Una sonrisa en su rostro siempre lo caracteriza, acompañada de esa inocencia, curiosidad y el por qué típico de los niños a esta edad. Sueña con ser grande y poder comprarle un apartamento gigante a su mamá, pero solo para ella porque él quiere vivir solo, independiente de su madre.
Santiago se levanta todos los días muy tempano a las 8 de mañana con «la ilusión de comenzar un nuevo día y tener la oportunidad para crecer, ir a la escuela para aprender y jugar con sus amigos». Libera esta frase mientras se toma un vaso de Milo. Abandona la silla donde se encuentra sentado y se dirige a buscar sus cuadernos, arreglar su uniforme y repasar lo visto en clase. Todo lo hace solo, como un hombre independiente. Sosteniendo el cuaderno en la mano afirma que «si yo fuera el presidente de Colombia le daría a todos los niños de la cuidad una piscina de chocolate». También, dice que no permitiría el maltrato a las mujeres. Sus afirmaciones son con esa inocencia la cual le permite hacerse dueño del mundo y crear realidades posibles solo en la mente de un niño.
Si en sus manos estuviera la posibilidad de diseñar espacios para su ciudad, como parques de diversiones y más casas para las personas que no tienen, Santiago lo haría sin pensarlo. Una de las cosas que resalta de Medellín es el Metro, pero le asusta notablemente es el Metrocable, «porque se puede soltar la cuerda y al caer al suelo me tocaría ir al doctor, uno de mis planes no favoritos”, afirma Santiago.
Su madre Daliana Arias, sentada junto a él no puede evitar liberar una carcajada contagiosa debido a sus ocurrencias. Él continúa explicando la creación de más espacios en la cuidad, lugares donde los niños pudieran ser libres sin correr ningún peligro. Construiría parques con juegos, prohibiría tantos vehículos contaminantes en las calles, y por supuesto, agregaría muchas más canchas de fútbol, pues su gran sueño es ser futbolista cuando sea grande.
Pronto llega la hora de empezar su día escolar, él estudia en la escuela Tricentenario ubicada a unas cuantas cuadras del sector donde vive. Camino a ella, de la mano con su madre, va feliz. Sabe que lo esperan muchas cosas nuevas por aprender y experimentar.
La educación es un medio para abrirle más espacios a los niños en una ciudad y sociedad donde a veces no son tomados en cuenta. La imaginación está relacionada directamente con la creatividad, es decir, con la capacidad de elaborar algo nuevo, diferente y de obtener buenas soluciones a los problemas, aspecto característicos de los niños. Pero la «imaginación debe estar cultivada. Es en este sentido donde la educación juega un papel muy importante en el desarrollo de la vida de los niños, facilitando la inteligencia, fomentando la curiosidad y potenciando la memoria», así lo afirma Luisa González, licenciada en educación preescolar.
Las clases de Santiago suelen ser muy didácticas. Su curso 1A tiene 30 estudiantes, los cuales reciben las clases básicas del grado con un agregado especial, desarrollar la creatividad y la imaginación. Para Luisa Gonzales «los niños empiezan a reflejar su imaginación en el colegio por medio de actividades plásticas y artísticas, a la vez, esto les permite aumentar la autoestima y la conciencia de sí mismos».
No solo los docentes o la escuela son los encargados de contribuir a esa estimulación. La Doctora Margaret Morgan Lawrence, especialista en psiquiatra y psicoanalista, afirma en su libro The Mental Health Team in the Schools que «la creatividad de los niños nace desde la cuna del hogar y en el mundo interior de los padres» de ahí la importancia de estos en su desarrollo.
Daliana, madre de Santiago, está totalmente convencida en dejar a su hijo explotar todo su potencial. Escucha sus ideas, las pone en práctica y le permite dar rienda suelta al tomar pequeñas decisiones en la casa cuando salen de compras y otros aspectos.
Según Francisco Tonucci en su libro La cuidad de los niños «la cuidad de los niños quiere decir más lento el tráfico, devolver espacios a los peatones, a las bicicletas y así mismo los niños deben ser protagonistas de la palabra, permitiendo expresar sus opiniones y los adultos en disposición de escucharlos, esa es la clave en la construcción de espacios urbanos en la cuidad.”
Pasadas las 5:00 de la tarde es hora de ir por Santiago al colegio. Entusiasmado espera en la portería. Él comienza hablar de su día en la escuela y todo lo aprendido. En el cruce de las calles se le escapa un pequeño comentario acerca de cómo él, tan pequeño, no podría lograr pasar las calles solo sin la ayuda de su madre.
Para la arquitecta Alejandra Barrera, la niñez en muy valorada a la hora de diseñar espacios en la cuidad, pero a su vez considera: “falta de atención para ellos, para beneficiarse de una ciudad capaz de pensar en la niñez como la cara del futuro de cada sociedad, construyendo más puentes entre las calles y los niños.”
Al preguntarle a Barrera cómo sería desde su perspectiva una cuidad diseñada por los niños, coincide con el ideal de Santiago de una cuidad “donde probablemente primarían las relaciones sociales, una cuidad conectada espacialmente, donde haya menos autopistas y más andenes,sería una cuidad mucho más dinámica».
Los espacios urbanos determinan en muchas ocasiones la forma de relacionarse con los demás, ayudan a mejorar la convivencia. Para Santiago la cuidad es el mejor lugar para vivir. Él ha tenido la oportunidad de vivir en el municipio de Apartadó, pero prefiere la cuidad. Este es evidentemente el lugar ideal para el desarrollo de los niños, su creatividad, donde se puede recibir de ellos esa inocencia, libertad y falta de limite característico de esta edad, la cual, con el tiempo, se va perdiendo.
Daliana es feliz mientras lo ve correr y divertirse en las calles en un pequeño parque cerca del barrio junto con su prima Valeria y unos cuantos amigos más. Dice aprovechar su único día de descanso de la semana para compartir con su hijo en los múltiples espacios ofrecidos por la ciudad. Parques bibliotecas, ludotecas, jardín botánico, museos, escenarios deportivos, entre otros; son para ella lugares «donde aprende, fantasea, explora y se divierte cualquier niño de la cuidad».
Para Alejandra Barrera en la cuidad estos espacios son pensados por grupos de profesionales capacitados para «interpretar las dinámicas sociales y leer una cuidad, está a favor de la motivación creativa de los niños desde muy temprana edad». Para crear una generación de pequeños artistas donde no importe su condición económica y puedan hacer realidad todos sus sueños y fantasías.
Pasadas las 7:00 p.m. es hora de entrar de nuevo a la casa, Santiago un poco aburrido dice «está bien mamá ya es hora de cenar y por fin descansar, mañana será otro día de más fantasías y diversión».
“La fantasía no es un modo de evadir la realidad sino una forma más agradable de acercarse a ella”, Michael Ende, escritor alemán de literatura fantástica y ficción para niños.