Por: Nadir Santiago Parra Arroyave
Las perspectivas de la pedagogía sexual han realizado distintos recorridos los cuales han evolucionado los abordajes de la educación, la sexualidad y el género de los niños y jóvenes a lo largo del tiempo. Sin embargo, es clave la influencia que tuvo la población de adultos por muchos años en la exploración y autoconocimiento sobre las zonas erógenas y sus funciones respecto al resto de la población.
Según David Le Breton, reconocido sociólogo y antropólogo: “Los procesos de construcción de la propia identidad y fabricación del yo, están atados al desapego paulatino de la familia y la conformación de un grupo más intimo y genuino”. Definiendo así la adolescencia, como el proceso de apertura a la transformación de una sexualidad infantil a una sexualidad genital correspondiente a su madurez.
Conviene enfatizar que a finales del siglo XX y principios del siglo XXI, no se evidenciaba una verdadera educación sexual por parte de los docentes o familiares de los niños, de tal manera, se generaban confusiones y errados cimientos para la construcción de la sexualidad de los jóvenes, así lo sostiene el docente Yan Eddier Muñoz Castro; él cual ejerció su labor de docencia desde el año 1995 al año 2004 en Quimbaya, Quindío.
La apertura de una gran brecha generacional
De este modo, la influencia de los padres y la poca pedagogía sexual en las instituciones fueron tomando posiciones lejanas en concordancia con los adolescentes, puntualmente en la generación de los Millennials y Z (comprendida entre 1980 y 2010). Gracias a la creación de la internet, se condujo a la apertura de distintos espacios y nuevas dinámicas sociales, en las cuales se empezaron a marcar las brechas generaciones entre los migrantes de la internet y los nativos de la misma.
Con lo anterior se hace referencia a la dificultad que tuvieron los adultos de adaptarse a los nuevos códigos de comunicación, y la inmersión inmediata que tuvieron los jóvenes en el mundo web; teniendo en cuenta que los últimos probablemente nacieron al tiempo con la creación del mundo interconectado. Con la generalización del uso de Internet, la proliferación y posesión de teléfonos móviles, se produjo a una velocidad inmediata nuevas costumbres y culturas conectadas, las cuales cambiaron por completo las relaciones sociales; incluyendo la sexualidad.
Convirtiendo así la inestabilidad, la transformación y la estructura de una vida sexual en una exploración para obtener respuestas especificas o explicitas, las cuales nunca recibieron por parte de los adultos, personajes a los cuales les antecedió la
responsabilidad de la edificación sexual de los niños. Razón por la cual, la internet se volvió un portal no solo para las relaciones humanas, sino para la satisfacción de un deseo y el autoconocimiento.
Del pudor a la exploración
Paulatinamente se ha ido transformando los tabús sobre la sexualidad, hasta llegar a la sociedad de hoy en día, una a la que no le cuesta explorar su sexualidad de una manera libre, estipulando como prioridad su satisfacción y complacencia. Pasar de una verdad silenciada a una construcción de educomunicación respecto al sexo, las diferentes maneras de explorarlo y la exclusión de la religión en concordancia a este acto, ha sido uno de los grandes avances que se ha dado como colectividad.
Asimismo, se comienza a ver la mutación de actitudes que fueron heredadas por los padres o familiares y al tiempo la implementación y generalización de acciones establecidas en la normatividad actual; como es el caso de sexting.
El sexting inició como una manifestación de la necesidad de los adolescentes de dar respuesta a las necesidades que la aparición del deseo sexual conlleva. En otras palabras, es una virtualización de la sexualidad mediante el envío de mensajes, fotos o videos de carácter explícito y lujurioso. Se considera una actividad normal o connatural al proceso de maduración sexual de los jóvenes. Sin embargo, muchos adultos de hoy en día utilizan esta actividad como un escape de la realidad o como un acercamiento para sus relaciones a distancia.
Evadiendo la pérdida de la privacidad, el daño de irreparable de la imagen personal, la denigración que se pueda tener frente a la sociedad, entre otros más. No obstante, según la sexóloga Camila Rincón; no se evidencia de una manera directa el miedo tajante sobre el sexting, pues ambas generaciones son las que han evolucionado de una comunidad de pudor a una comunidad de exploración, viendo el sexting como una de las mil alternativas para el sexo.
Para muchas personas el término sexting es sinónimo de escandalización por la poca disposición que se tiene a la hora de entenderlo, y no es entender solamente cómo funciona; sino las reacciones o resultados que puede generar en una sociedad, que no necesariamente debe ser negativos.
Por ello, es de suma importancia aclarar que:
“el acceso circunstancial a la pornografía y el consumo se puede producir desde los 8 años en Colombia” – Según la Plataforma Pantallas Amigas.
Es decir, el sexting no es un “fenómeno social”, es una de las tantas evoluciones que ha vivido el sexo y la exploración que este conlleva, y que por consiguiente es importante
hablar y educar sobre esta modalidad, porque para los niños el sexo siempre será un tema intrigante que terminan descubriendo ellos solos, exponiéndose a un sinfín de riesgos como infantes.
También se hace necesario mencionar que para muchos de los adultos y jóvenes entrevistados para esta investigación; el sexting ya se volvió un acto que está estrechamente relacionado con algún encuentro físico sexual, es decir, se identifica como el calentamiento previo al sexo, o incluso una herramienta para decidir si tener sexo con alguna persona o no.