Por: Nicole Arcila
En la esquina izquierda del escenario se ubican una silla, una mesa de madera y un computador: una puesta en escena sencilla y cotidiana. Desde allí se abre la pregunta central: si podemos ver el mundo en una pantalla y recordar a través de fotografías, música o palabras, ¿dónde quedan los recuerdos cuando se desvanecen?
Con la melodía de “Sin ti es inútil vivir, como inútil será el quererte olvidar”, de Los Panchos, inicia Reminiscencia, obra de la compañía chilena Malicho Vaca. El actor, a través de un monólogo biográfico, reconstruye su historia personal y familiar a partir de fotografías y recorridos virtuales por su lugar de origen. Así nos conduce por Chile desde los años ochenta hasta el presente, entrelazando memoria íntima e historia colectiva.
Las imágenes de barrios, plazas, huelgas y grafitis revelan cómo cada rincón guarda una huella, una narración que va más allá de lo personal. No se trata solo de espacios físicos, sino de la memoria social que se resiste a desaparecer.

El recurso principal del actor es su voz, que guía con delicadeza y cercanía los pasajes de la infancia y el presente. Vestido de blanco y bajo una luz cálida, su figura proyecta la fragilidad y la ternura del recuerdo, cargada de nostalgia sin caer en lo melodramático.
Uno de los relatos más conmovedores surge con la figura del abuelo: convertido en un “DJ” doméstico, ponía música cada día para ayudar a su esposa a recordar. Además, escribió más de quinientos mensajes de amor en las calles de Chile; hoy apenas sobreviven tres, esperando ser encontrados, como rastros de una historia que se niega a perderse.
La obra insiste en que los lugares que habitamos y los afectos que nos acompañan moldean lo que somos. Incluso si la memoria falla, permanece una huella: una reminiscencia que guarda olores, canciones o gestos que nos devuelven al pasado.

El montaje cierra con la canción “Sin ti”, reforzando la idea de una vida recompuesta en fragmentos, como piezas dispersas de un mismo relato. Más que nostalgia, Reminiscencia invita a pensar en la manera en que observamos y valoramos nuestra experiencia cotidiana, en los vínculos que sostenemos y en lo que permanece, aun cuando todo parece desvanecerse.
