La vida menos esperada

Gloria Salcedo, una mujer de 66 años y vendedora ambulante, sobrevive sola en circunstancias difíciles para sostenerse ella y su compañero sentimental. La vida del vendedor ambulante en la etapa de la vejez, una realidad de muchos adultos de la tercera edad en el Centro de Medellín.

Muchos no saben cuál es la historia detrás de cada vendedor ambulante, su papel en la vida, travesías y las necesidades por las que pasan. Tampoco observado el estilo de vida que han llevado. Trabajos pesados, traumas, y demás humillaciones que padecen a lo largo de la lucha diaria que viven en la venta ambulante.

Es claro que en Medellín y en un lugar como el Centro de la ciudad, muchos personajes a los que llamamos venteros ambulantes, han tenido que recurrir a trabajos esclavizantes y mal pagados, que los lleva en este caso, a la prostitución y a pedir limosna, lo cual deja un sinsabor, malas memorias que, a la hora de recordar, no genera satisfacción alguna.

Se levanta todos los días a las 4:00 am para atender a su compañero sentimental con el que convive desde hace 4 años, dejando comida lista para llevar a su zona de trabajo y todos los quehaceres de la casa. Los dos trabajan con la misma empresa de Bonice y Crispetas Popetas; cada mañana se preparan con sus diferentes carros de ventas para iniciar la labor de cada día. A Gloria le toca permanecer en un mismo punto y su compañero sentimental camina todo el día por las diferentes calles del Centro de Medellín.

La mujer no se mueve de su punto de venta de El Palo con La Playa, donde espera con paciencia y ansiedad vender todos sus productos y poder recibir el “pan” para su sustento y llegar a su hogar sin el estómago vacío.

-Estoy muy intranquila, necesito un mejor  trabajo. – dice gloria muy desanimada.

-Necesito ganar más esto no está dando.

El trabajo con los carros de Bonice no tiene buena remuneración debido a que la ganancia es de 95 pesos por unidad, es muy poco por eso aumentan 100 o 200 pesos, para poder sacarle más utilidad a cada venta, ya que la empresa para ella los explota y no les dan la remuneración merecida después de una larga jornada de más de 12 horas de trabajo sin parar y deambulando en las calles hasta llegar el punto de no poder comer sus comidas principales.

Desde que tenía 10 años el vaivén en su vida ha sido de mucha concurrencia, muere su madre y no contaba con la ayuda de sus otros familiares ni del gobierno, por eso ello tuvo que recurrir a la limosna, pedir en cada semáforo de la ciudad, en restaurantes, buses, a las afueras de los hospitales para poder reunir dinero y comer algún pan y no morir de hambre.

-¿Esta vida quien se la espera tener desde tan pequeña? ¡Nadie!. – Dice gloria con tristeza

Su travesía de eventos desafortunados no paraba, seguían y empeoraban. Cuando llego a los 14 años de edad no tuvo más remedio que comenzar a buscar algún sustento para ella y el trabajo más cercano para una niña de esa edad, era vender dulces o bailar para que le dieran dinero.

Embarazada a los 16 años de un hombre que no volvió a ver, la “enredo” y la dejo sola a cargo de una niña. Sostenerla estaba siendo muy difícil que pensó dejarla en algún orfanato para que la cuidaran mejor de lo que ella podía.

-No pude dejar a mi niña tirada en ese lugar, así que me toco prostituirme para poder darle el cuidado y el futuro que merecía –  Dice gloria con desconsuelo y con los ojos un poco aguados

-Tenía que hacer algo por ella, no quería que tuviera mi suerte – lo dice un poco exaltada.

-No tuve más opción.

A los años de ejercer por obligación este trabajo, llego el segundo hijo de otro hombre que no sabe ni su nombre. Ahora no era una sola hija sino dos hijos a los que tenía que mantener y con solo 18 años de edad. Su trabajo en la prostitución siguió para sostener a sus dos hijos y darle el estudio que tanto ella quiso para ella pero que era necesario y justo dárselo a sus hijos.

Gloria una mujer muy aguerrida que habla a veces con pena lo que le toco hacer para poder conseguir dinero para sobrevivir y sostener a sus hijos, cuenta que después de luchar tanto, tuvo dos hijos más siendo ya en total 4 niños a los que tenía que cuidar sola y darles todo.

-Siento que esta vida para cualquiera que la escuche va a ser lo peor que les puede pasar, pero para mí es solo un capitulo, no mi vida entera – lo dice con entusiasmo y esperanza

“Ya sé que estoy vieja pero sé que puedo dar más y podré ir al campo a vivir y terminar mis días en el lugar donde más he amado estar” – muestra una expresión de anhelo gigante-.

Ha sido muy mal recompensada en sus trabajos pero no sabía que sus hijos por los que tanto luchó fueran los que más mal le iban a pagar, ella de forma triste expresa: –Hasta la prostitución llegue por los hijos y ahora ni me ayudan- dice decepcionada.

Ella sueña con estar tranquila, con mejorar la relación con sus hijos y poder lograr estabilidad en su vida, se siente de mucha edad, enferma, con ganas de estar en un lugar diferente al Centro de Medellín. En un espacio calmado sin “bulla”, donde sienta algún tipo de apoyo del que nunca ha tenido, aunque sea sentir unos días de calma, diferentes a su agitada vida y así poder tener su tan anhelada vejez ya que su juventud le pasó una mala factura.

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