Un recorrido hacia el arte moderno

Un fuerte calor soportaba mi cuerpo mientras me dirigía al Museo de Antioquia. Caminando entre personas de todo tipo: extranjeros, trabajadores, vendedores ambulantes, policías, indígenas, habitantes de calle y gente de paso; el recorrido se me hacia más ameno. Llamativas esculturas grandes y voluptuosas cautivan la atención con solo mirarlas y  de cierto modo me orientaron a la entrada del museo. En ese instante pensé lo interesante de conocer a fondo al creador de estas obras de arte.

Al llegar a la entra del museo el calor disminuyó junto a el ambiente pesado percibido afuera. Pregunte por las salas encontradas allí. Todo tipo de personas ingresaban y salían por la puerta grande de la entrada, mientras yo decidía a cuál de las salas visitar. Escuché mencionar el nombre de Fernando Botero y de inmediato me dirigí a dicha sala ubicada en el cuarto piso.

Tome el ascensor orientado a la sala. “Donaciones Botero” decía el letrero de la entrada. La puerta se abrió automáticamente e ingrese. Una sala grande y muy iluminada me recibió. Mi interés se empezó a despertar, pues allí se encontraban cuadros muy grandes con diferentes temáticas, señoras y señores muy gordos, todos los cuadros eran coloniales, pero no entendía su sentido, lo trasmitido o la razón de todas las artes ser «gordas», así fueran animales u objetos. Continúe observando detalladamente una a una de las pinturas y por más que intentara no lograba entenderlas, comenzaba a desesperarme.

Mire hacia adelante y había un grupo reunido frente a una pintura. Me orienté hacia ellos y me uní. Un guía los acompañaba y daba descripciones muy detalladas del cuadro tenidos en frente. Se trataba de un señor que se encontraba en una calle al estilo colonial y este estaba vestido acorde a la época, con pantalones muy ajustados, abrigo de cola, botas altas, peinado con trenza y con una espada colgada en su cintura. Resulta que dicho señor era nada más y nada menos que Fernando Botero y en lugar donde se encontraba en ese maravilloso cuadro era su casa ubicada en el ahora barrio Boston de Medellín. Resultó ser bastante interesante para mí porque pude ver como el artista se autorretrató en un barrio aledaño a mi hogar.

Todas las obras  se encontradas en esta sala eran como la anterior al estilo de la colonia en Colombia, pero solo tenían un enfoque : la burguesía y las dictaduras, es decir que mostraba el poder de las personas. Los cuadros eran muy grandes. Tanto que ocupaban casi todo el largo de la pared, llamaban mucho la atención y era inevitable evadirlos.

Giré mi cabeza hacia atrás y uno en específico capturo mi atención. Este parecía un simple cuadro, pero en realidad lo componían dos, técnica llama díptico. En él se encontraba un señor y una señora de la clase alta. Muy bien vestidos como Botero, al estilo colonial. El hombre pertenecía a la milicia, por tanto, estaba con su uniforme, zapatos de charol y espada; y la mujer con un vestido extravagante de bombacho y sombrero en la cabeza. Al fondo de estos se encontraba una cama, pero en la unión de las dos se encontraba una columna lo que hacía algo difícil de comprender . Me sentí confundida. Pero dicha confusión fue aclarada por Andrés el guía, diciendo: a Fernando no le gustaba que sus obras fueran tan obvias, sino detrás de su apariencia tuvieran un sentido el cual uno debía de interpretar.

Fernando Botero, artista antioqueño, tiene gran recorrido a lo largo de la historia y es un personaje muy reconocido en todo el mundo por sus obras y esculturas de las cuales están repartidas en los museos más importantes del planeta. Durante las últimas décadas se ha consolidado como uno de los grandes artistas.

el tiempo se me fue tan rápido,en un abrir y cerrar de ojos pasamos a la tercera parte de la sala; esta era más grande e iluminada. A través de las grandes ventanas encontradas ahí permitían visualizar toda la plaza de Botero, remitiéndome lo que se sentía estar allí, me estremecí. Decidí olvidar lo que había recordado y me concentré en aquella sala. Allí no se encontraban cuadros como en las partes anteriores. Había esculturas como las de afuera, mucho más pequeñas. Al verlas me surgió una pregunta : ¿Por qué sus obras son gordas? No aguante más y le pregunte al guía. Al fin me di cuenta que el artista manejaba este estilo porque se basaba en la época del renacimiento en la cual ser gordo era ser bonito y representaba abundancia y poder.

Quedé realmente sorprendida por la respuesta, pero era porque en verdad cobraba sentido y es algo que nunca se me pasó por la cabeza, sin embargo, quedé satisfecha porque mi duda estaba resuelta.

Quedábamos tan solo cuatro personas de diez. Más cuadros se encontraban en las paredes. Violencia, animales, bodegones, retratos femeninos, época de la violencia en Colombia con el gran representante del narcotráfico Pablo Escobar, cristo crucificado, eran los que representaban estos.

Llegamos al final de la ruta. No me sentía cansada ni aburrida, por el contrario, me sentía satisfecha y feliz porque había aprendido cosas nuevas sobre este maravilloso artista que desde el comienzo quise conocer.

Es increíble saber el porcentaje de las personas que no se dan el placer de visitar estos lugares tan llenos de historia, ofrecidos por la  ciudad, y conocer de artistas tan importantes como es Botero, según el periódico el tiempo “La proporción de ciudadanos que no los frecuenta se mantiene en el 70%. Si nos centramos en el 30% restante, la mayoría llega a visitarlos, pero no los experimenta plenamente, no los disfrutan”

2017, Crónica