“Inconformismo”, así resume su camino como escritor Albeiro Patiño Builes, un hombre antioqueño quien aunque orgulloso de lo que ha creado hasta el momento está seguro de que su mejor obra aún está por escribirse. Se ve a sí mismo como un literato con vocación, impulsado por la pasión, la necesidad del desahogo y el compromiso con la denuncia. Sin embargo, Albeiro, como muchos escritores, se ha enfrentado a los obstáculos propios del negocio de la literatura en Antioquia: el regionalismo, el poco apoyo, la falta de interés y la manipulación.
Albeiro Patiño Builes, autor con publicaciones como Galán: Crónica de un magnicidio, un relato sobre la muerte del siempre recordado Luis Carlos Galán Sarmiento, la revolucionaria y autodenominada “trilogía de la red” compuesta por Bandidos y Hackers, Phishing, e Intimidación que explora los crímenes informáticos de manera narrativa; o historias más personales como Historias Cruzadas o Las intermitencias del Corazón – I: Melancolía y enajenación; muestran a un hombre imaginativo y versátil que sirve como ejemplo para plasmar una realidad vivida en esta región, donde el ejercicio de escribir es natural y espontaneo para muchos, donde hay mucho por descubrir pero se prefiere ignorar.
A pesar de que su faceta como escritor no es su oficio principal, hoy tiene una trayectoria de casi 25 años y una carta de presentación admirable: discípulo de Manuel Mejía Vallejo y Mario Escobar Velásquez, siete obras literarias publicadas, un manual sobre cómo escribir una novela, tres volúmenes sobre electricidad y electrónica y numerosos galardones nacionales. Actualmente sus publicaciones son estudiadas en las aulas de universidades en Medellín y Bogotá.
Albeiro inició su camino en el mundo de la literatura sumergido en una región carente de ciertos factores que Bogotá, la capital del país, si posee. Por un lado, allí se encuentran instaladas las grandes editoriales, además, la presencia de medios de difusión con más alcance e impacto hace que sea más fácil para un escritor promover su obra.
Hace unos meses, gracias a mis obligaciones como estudiante universitario, tuve la oportunidad de conocer y dialogar con Janeth Posada, escritora también antioqueña, quien dice que una de las principales desventajas para impulsar su carrera como escritora es no estar en Bogotá, un lugar que goza de un mercado literario con más movimiento y mayor acogida.
Esto hace que quien desea convertirse en escritor en Antioquia deba recurrir a editoriales independientes o incluso a la auto promoción para hacerse notar, entre otras cosas, porque las editoriales con mayor poder adquisitivo, con más nombre y más demanda, simplemente no se arriesgan a invertir con un escritor poco conocido. Su apuesta es por un autor que consideren rentable.
La opinión de Janeth tiene semejanza con las de Albeiro, quien dice con absoluta seguridad que “a las grandes editoriales (haciendo énfasis en Planeta y Penguin Random House) no les interesa que en estos momentos haya un escritor que pueda estar escribiendo lo que probablemente se vaya a leer en cien años, y son tan miopes, que aun poniéndoselo en las narices, lo ignorarían. Lo que nos está matando es el comercio”.
Es evidente que en el mercado editorial prima el dinero, las preferencias y los intereses de unos cuantos. Sin embargo, Albeiro lanza una frase que muchos otros escritores también han dicho de una forma u otra: “No es necesario irse para otro lugar para que te vean, ya sea Bogotá o incluso España. Si uno lo que tiene es un compromiso con la literatura, con escribir”.
Una realidad como esta, da evidencia de lo difícil que es para el escritor originario de Antioquia hacerse con un nombre en lo más alto de la literatura nacional, y por supuesto, mundial. El camino es largo y difícil, y el “precio” que ponen las editoriales poderosas es alto. Un escritor se convierte en elemento interesante cuando se presenta con credenciales, es ahí donde la calidad de su obra pasa a segundo plano e importa más la publicidad, los premios, el reconocimiento y el potencial que existe para ser explotado y vender.
Es entonces cuando uno de los mayores aliados de los escritores aparece: las editoriales independientes o fondos editoriales. Estos son los otros caminos que puede tomar un escritor, pero que en cualquier caso, tampoco se aclaran fácilmente; y Albeiro es prueba de ello.
A pesar de que en la actualidad puede decir que ha trabajado con fondos editoriales importantes de Medellín, estos también fueron motivo de frustraciones cuando él apenas empezaba en este mundo. Enviaba sus propuestas a diferentes fondos editoriales como el de la Universidad de Antioquia o EAFIT, y al principio, lo único que obtenía a cambio era lo que el mismo llama como “la cartica”, algo que le hace gracia hoy en día, pero que en aquel momento no era así. “El libro está bien, los personajes bien creados, pero le falta algo, le falta fuerza’ decía la ‘cartica’. Entonces las editoriales no sabían cómo disculparse con el escritor por no publicarlo. Sin embargo, si uno tiene vocación sigue intentando».
Y es así como se dibuja un panorama colmado de diferencias. Por un lado, los fondos editoriales publican en menor cantidad pero brindando oportunidades a escritores poco conocidos, estudiantes y docentes. Un ejemplo de esto es el Fondo Editorial Universidad EAFIT el cual publicó 45 libros en 2016 donde se destacan temáticas como música, planeación urbana, conflicto armado y comunicación transmedia. O el caso de editoriales independientes como Tragaluz Editores, quien ha venido ganando reconocimiento desde su creación en 2005 y que cuenta con alrededor de 26 autores quienes buscan mantener vivo el espíritu de la poesía, el cuento y el ensayo.
Y luego están las grandes empresas que nutren cada mes su catalogo pero con los mismos nombres de siempre. Planeta se enfoca en publicitar a un grupo reducido de autores que gozan de reconocimiento internacional y del apelativo de «bestseller», en Colombia se puede tomar como ejemplo a Hector Abad Faciolince o Jorge Franco, y en el plano internacional al norteamericano Dan Brown o al español Manel Loureiro. Por su parte, Penguin Random House no trasciende de los «autores estrella»: Óscar Aibar, Javier Cercas, Susan Sontag, y como no, Gabriel García Marquez.
Sin embargo, la falta de interés y apoyo no es una situación en la que solo se debe señalar a las grandes editoriales, también hay que poner la mira en el público, quienes son el último eslabón, aquellos quienes deberían contagiarse por lo atrapante y excitante que puede llegar a ser un libro.
Para el cronista Alberto Salcedo Ramos, la clave está en seducir y no en obligar, en proponer y no en imponer; es posible que esa sea una de las mayores razones de porqué es tan turbulento el recorrido que deben hacer la mayoría de los que están dedicados a escribir.
Albeiro Patiño Builes, al igual que varios escritores locales, escribe por voluntad y porque siente dentro de si esa chispa que lo motiva a hacerlo. Pero no es un secreto que quien escribe quiere ser leído y esto no es tarea fácil cuando impregnar en la mente del público es tan complicado. Familia, colegios y universidades no se esfuerzan lo suficiente por plantar la semilla del amor por leer, del interés por descubrir mundos y del crear unos nuevos para compartirlos con los demás. En caso de lograr publicar sus escritos, en la mayoría de los casos, los espera un rechazo por parte de los más jóvenes, quienes están más tentados por las pantallas y no se detienen a pensar en lo valioso de una obra literaria. Según el DANE en el país los lectores entre 12 y 25 años leen por obligación. Es un país donde el 55,9% no lee porque no le interesa.
Hay un escritor de quien, sinceramente, nunca había escuchado hablar hasta hace unos meses: Reinaldo Spitaletta. Otro autor antioqueño quien ha dedicado su vida a la literatura y para quien la manipulación temática también es uno de los factores más comunes en el mercado editorial. Spitaletta denuncia cómo se atenta contra la creación artística de un escritor al decirle que si no escribe sobre determinado tema no tendrá posibilidades de ser publicado. Albeiro Patiño se enfrenta a este panorama defendiendo su autónoma inspiración con la premisa de que “todo es una cuestión de principios. Todo va de la moral y la ética…a uno no lo tuercen tan fácil”.
La realidad es que un significativo número de escritores antioqueños ha tenido que hacerle frente a la condición en la que se encuentra el ambiente literario, plagado de «capitalismo salvaje» e interés. Daniel Ferreira, columnista de El Espectador, estampa la situación actual que vive la literatura en el artículo La profesionalización del escritor: «Si se publica en masa y se vende, es un éxito, no importa que sea literatura empobrecida (dicen). Si se publica en masa y no se vende, es un fracaso económico (dicen)».
Albeiro Patiño Builes es otro amante de las letras quien ha experimentado las limitaciones y obstáculos del mercado editorial, pero a pesar de ello continua imaginando historias con entrega y convicción, cualidades necesarias para forjarse como escritor en Antioquia.