Por: Andrea Rojas
Correo: andrea.rojasda@gmail.com
Calles poco transitadas, edificios desocupados y varios trabajadores con cascos, eso es lo que se ve al llegar a la loma del Padre Marianito, sector donde está ubicado lo que queda del edificio Space.
Y es que el ambiente ha cambiado bastante, señalan vecinos de la zona. Vivir específicamente por ese sector dejó de ser un sinónimo de estatus y se convirtió en un lugar donde reinan el miedo y la incertidumbre. (Lea: vecinos de la tragedia)
El sábado 12 de octubre de 2013, a las 10:10 de la noche, la fase 6 del edificio de 24 pisos se derrumbó. Los residentes ya habían sido evacuados de la zona, pero esto no evitó que la tragedia dejara un saldo de 12 víctimas.
En el lugar se encontraban varios trabajadores de las empresas Concretodo e Ingeomed y algunos vigilantes encargados de garantizar la seguridad dentro de la unidad residencial. Ellos fueron algunas de las de víctimas que dejó la construcción defectuosa.
Trabajando entre escombros
Leonel Restrepo, uno de los vigilantes que estuvo presente la noche del fatídico desplome y quien, además, sigue trabajando en el lugar, cuenta cómo ha vivido el antes y después de la tragedia. Con voz calmada habla de cómo se ha tenido que acostumbrar a trabajar en medio de la incertidumbre y el temor de que otra torre pueda colapsar. Luego de lo ocurrido esa noche, Restrepo duró ocho días sin poder ir a trabajar, sentía miedo de que otra torre se derrumbara y que esta vez él no corriera con la misma suerte.
Este vigilante siente con nostalgia el cambio entre el antes, cuando podía hablar con los residentes y “sentía la alegría de la gente”, y el después, cuando sólo ve entrar y salir ingenieros y obreros removiendo escombros y haciendo reparaciones. Luego de devolver su mente a los hechos de aquella noche, Leonel sentencia, aún imperturbable: “Así es la vida, estas son cosas que pasan y uno no entiende por qué. Al menos nosotros quedamos vivos”.
Mientras tanto, en el edificio se ponen en marcha trabajos de repotenciación para volver a construir otras torres. Entre escombros trabajan hoy los obreros encargados de esta labor, ellos también viven el riesgo de que las torres que sobrevivieron se vengan abajo en cualquier momento, por el daño en el terreno o por la inestabilidad que pudieron causar el desplome de la fase 6 y la implosión de la fase 5. Jairo Arboleda es uno de ellos, él sin embargo, por costumbre o por convicción, dice sentirse seguro en su lugar de trabajo. Después de varios meses laborando en el Space, él tiene una tranquilidad que le permite incluso decir que viviría tranquilo en cualquiera de las torres que se mantienen en pie. Él es muestra de la valentía de quienes día a día arriesgan su vida en la reparación de esta obra y al mismo tiempo, permite recordar el coraje de aquellos obreros fallecidos durante el colapso de la torre 6.
Viviendo entre la inseguridad
En el sector de la tragedia, el ambiente es solitario. Los edificios que hay alrededor están, casi todos, deshabitados. Quienes viven o trabajan por esa zona están con el constante temor de que ocurra otro derrumbe. Los habitantes se han dado cuenta del peligro que representa el residir en una zona tan inestable, y buscan respuestas y soluciones a sus preocupaciones.
A diario se escuchan los comentarios del miedo con el que viven las personas en esa zona. El terreno ha cedido y mucha gente teme que alguna de las torres que quedó en pie, pueda caerse y derribar uno de los demás edificios que se encuentran allí.
Blanca Montiel trabajaba hace varios años en el edificio Altos del Poblado (cerca al lugar de la tragedia), con asombro recuerda cómo vio cambiar el terreno en el que actualmente está ubicado el Space, ella relata que antes de la construcción, todo ese sector era una gran montaña y se sorprende al ver cómo removieron todo lo que había allí para construir la unidad residencial.
Montiel además cuenta que, desde el principio de la obra, varias personas que habitaban los edificios contiguos veían la construcción insegura y peligrosa, los delgados muros y la inestabilidad del terreno base fueron aspectos que preocuparon a quienes ocupaban el sector. Cuando la torre 6 empezó a presentar fallas en su estructura, el temor se acrecentó, pero las soluciones no llegaron. (Lea: Comunicado de CDO a residentes del Space)
Ahora el temor que manifiestan los habitantes constantemente y su deseo de cambiar de lugar de residencia, por uno donde se puedan sentir seguros y continuar con su proyecto de vida, ha afectado su cotidianidad. Juan Fernando Pérez, psicoanalista y miembro de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis) dijo al portal Las2orillas.co que “una tragedia como la de Space puede desencadenar trastornos en las relaciones consigo mismo, con los demás y con las cosas”. Lo que sucedió en ese lugar afectó psicológicamente no sólo a quienes fueron víctimas directas de la tragedia, sino también a quienes aún tienen mucho por perder en la zona y siguen esperando respuestas esperanzadoras. (Imágenes: Así luce actualmente el Space)
Lo que viene: un misterio
Con total hermetismo se maneja la información de lo que viene para el Space y sus afectados. Quienes habitaban el conjunto residencial están a la espera de lo que pueda decir la constructora Lérida CDO. Los trabajadores del sector son cambiados constantemente para controlar la información que se da respecto al futuro de la edificación.
Por su parte, las familias afectadas esperan que se haga justicia y que logren esclarecer su situación, para todos ellos, volver al edificio no es una opción. Las secuelas psicológicas, físicas y económicas que dejó la situación son de gran magnitud, los afectados piden que se les reubique y se les indemnice.
Los familiares de los trabajadores fallecidos también buscan que se haga justicia. Amparándose en el artículo 216 del Código Sustantivo del Trabajo piden la indemnización correspondiente, pues, según dicho artículo, “Cuando exista culpa suficiente comprobada del empleador en la ocurrencia del accidente de trabajo o de la enfermedad profesional, está obligado a la indemnización total y ordinaria por perjuicios”.
Lo cierto es que el Space, aquel imponente edificio del Poblado, será perpetuado como la obra que recordó que el poder de la naturaleza está por encima del poder económico. En la memoria de las víctimas quedará para siempre la grieta que dejó una obra que puso por encima de la vida de muchos, los intereses financieros de pocos.