Periodista de una generación de muertos y asesinos
Patricia Nieto. Auditorio Santa Rita. Fotografía: Juan Manuel Perea Arango

Patricia Nieto, escritora, politóloga, periodista y maestra, fue invitada de honor al evento de acreditación del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Católica Luis Amigó en donde compartió su experiencia de más de 15 años en la labor del periodismo.

La invitada, de aspecto tímido, prudente con sus suaves movimientos de manos, delgada y apariencia frágil como quien ha visto mucho de la vida, con una tenue voz habló acerca de su trayectoria profesional y se refirió a varios casos de su formación como periodista y escritora. Con una actitud paciente que buscaba cada palabra para referirse al auditorio, mencionó varios hechos particularmente impactantes que la llevaron a fortalecerse en su trabajo de campo y escritura narrativa.

Comenzando por la muerte

Patricia Nieto saludó con risas nerviosas al auditorio y con voz baja empezó a relatar lo que fue su primer acercamiento en la labor del periodismo.

La bomba del 16 de febrero de 1991 en la plaza de toros la Macarena. Uno de los primeros ataques a la población civil.

Con una extensa cantidad de muertos sin identificar, tuvo la tarea de hacer un informe para el diario EL MUNDO, en el cual describía a las personas que estaban en la morgue. Se mostró un poco impactada por aquel suceso, con un tono claro dijo: “nunca antes había visto un muerto, en toda mi vida hasta ese momento. Fue muy duro y no es sino hasta ahora que lo puedo contar”. Y en un cambio de voz un poco tierno, mencionó al periodista José Guillermo Palacio como la persona que le dio apoyo para superar ese momento crítico.

Miró a sus colegas sentados en las primeras filas del auditorio y sentenció “Fuimos de la generación de los muertos y de los asesinos”. Ellos se entrenaron como periodistas directamente en el campo, al darse cuenta de todos los hechos que debían reportar en una ciudad que apenas les mostraba toda la vida y la muerte que reportarían.

Dos explosiones, una bomba

La invitada tomó aire, pasó la hoja lentamente asegurándose de no coger la de abajo. Pasó  rápidamente la vista por sus notas y procedió a contar lo que sería su segunda experiencia más significativa.

Un grupo del ELN voló el oleoducto de Segovia (Antioquia) y la explosión afectó el gasoducto. Generando una nube de fuego que afectó el caserío más cercano. 84 personas fueron quemadas, la mitad de ellas eran niños. Ésta, fue la tragedia de Machuca de 1997.

Para la fecha, Patricia Nieto trabajaba en el Instituto de Ciencias Sociales, distante ya del periodismo. Con su voz entrecortada nos hizo saber que fue un momento de desesperación por saber lo que había sucedido y cómo las personas se veían afectadas por éste hecho. Así, volvió a recorrer los caminos de la investigación periodística “yo no era capaz de estar de estar ahí, yo tenía que ir a Machuca”.

Recordando su experiencia nos contó con suave tono, un poco triste: “Llegué cuando todos los periodistas habían salido. Me quedé varios días. Recogí muchos testimonios y regresé a Medellín. Pero hasta el día de hoy no he sido capaz de contar esa historia.” Hizo una pausa repentina y nos cuestionó “entonces, ¿Cómo cuento el horror?”.

Pensó brevemente en encontrar la explicación correcta para expresar que no se trata de contar la muerte o la noticia de una bomba, o contar la guerra de un país. Reflexionó en cómo lograr que las personas cuenten lo que les pasó a través de la escritura del periodista.

Autobiografías que impactan

Cambió el tono, pasó nuevamente la hoja de sus notas. Un poco tímida, Patricia Nieto mencionó la idea que tuvo en el año 2000. Realizar escrituras biográficas.

El entonces alcalde Sergio Fajardo creó la Oficina de Atención a Víctimas, que dependía de la Secretaría de Gobierno. Todavía no existía la ley de víctimas. Patricia Nieto se mostró un poco feliz al hablar de una oficina que comenzó con sólo una persona, Jaime Bustamante, y que ahora cuenta con más personal y apoyo del gobierno.

Su idea, era una colección de autobiografías de personas del barrio La Sierra, quienes vivieron el conflicto. Personas que aunque podían contar lo que pasó, les era difícil escribirlo o ponerlo en palabras textuales, dar orden a las ideas y usar los recursos de la escritura narrativa. Fue una ardua tarea, de 60 entrevistados, sólo 22 fueron publicables.

Con una leve sonrisa en su rostro, se mostraba orgullosa de su trabajo, pues gracias a este “el periodismo fue puesto en el ámbito de la comunicación, de la pedagogía”. Una actividad en la que se contaban historias propias. Y que “ayudó a que la persona que estaba contando su historia se pensara a sí misma”.

Todo periodista pregunta

El evento dio pie para que los asistentes hicieran algunas preguntas. Una de ella fue ¿Cómo hacer para volver a recuperar la credibilidad de la noticia? En una actualidad donde se “tiran” las noticias sólo por las primicias. A lo que Patricia Nieto respondió un poco triste que “el periodismo es actualidad, no se pude luchar contra los grandes conglomerados de noticias”. Pero con un cambio de tono más expresivo, invitó a luchar para que la voz del periodista sea escuchada “no hay otra voz que la propia”, puntualizó en que una forma de recuperar el respeto por el periodismo es que los mismos estudiantes investiguen y muestren sus proyectos, lo llamó “hacer medios”.

Otra cuestión fue ¿Cómo hacer para recuperar los valores del periodismo? Con una leve sonrisa su respuesta fue directa y clara: “haciéndolo”, volviendo en ello y luchar por conservar dichos valores.

Algo más por decir

La invitada finalizó llamando al auditorio a realizar la labor periodística siempre en busca de la verdad y a hablar por los que no tiene voz. Con más alegría en su rostro y una sonrisa que lo comprobaba mencionó en que “no hay nada mejor que las salas de redacción, es como la cancha de fútbol para los futbolistas. Y en segundo lugar, están las aulas de clase”.

Hablando con una luz en sus ojos, que mostraban su amor por la escritura narrativa, mencionó luego que la literatura ayuda al periodismo a contar lo que sucede “desde el análisis de los escritores hasta la lectura por placer. Ésta se convierte en una fuente para que el periodista encuentre herramientas narrativas para aplicarlas a los trabajos y hacer que las historias sean atractivas”.

A pesar de sus estudios en Ciencias Políticas, ella declara: “No me considero politóloga, soy cronista, soy periodista”.

Por sus obras de convergencia narrativa e investigativa, Patricia es un claro ejemplo de la incursión en el periodismo narrativo, la búsqueda constante de la verdad periodística que plantea una investigación profunda de ciencia social. Años de docencia universitaria la acompañan con grandes enseñanzas y conocimientos de una bella labor que seguirá con ella hasta que no quede más por narrar.

Uncategorized