Ciertamente, el COVID-19 ha sido el motor generador de pánico que ha mantenido al país en vigilia durante las últimas semanas. El pasado 6 de marzo se confirmó el primer caso del nuevo Coronavirus en Colombia; a partir de allí, se han desatado un sinnúmero de noticias falsas e información errónea las cuales han tenido gran impacto en la población, tanto es así que, la mayoría de personas han acudido a almacenes de cadena y supermercados para reabastecer sus hogares preparándose para un posible «apocalipsis».

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Es preciso aclarar que los mismos ciudadanos han sido los principales causantes de esta profusión de información equívoca: subsidios del gobierno, cierre de servicios públicos para todos los habitantes, y remedios caseros en contra del virus han sido las principales mentiras que han circulado por las diferentes redes sociales y los sistemas de mensajería rápida. Todo esto ha contribuido a agudizar una crisis sobre la cual no se tiene una solución definitiva.

La preocupación de los dirigentes frente a esta situación se ha hecho presente, el 24 de marzo decenas de venezolanos acudieron a La Alpujarra por un supuesto dinero que la Alcaldía de Medellín les iba regalar, el alcalde Daniel Quintero argumentó lo siguiente «Increíble que en estos momentos algunos quieran jugar con la esperanza de la gente».  Lo anterior nos lleva a plantear un interrogante: ¿la desinformación es nuestro principal enemigo durante esta pandemia?

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