Los habitantes de diferentes sectores coinciden en que la intervención social actual no es suficiente.
Inseguridad, desempleo, drogadicción, problemas de salubridad, riesgo potencial de desastres naturales y poca participación social son los principales problemas de las comunidades vulnerables de Medellín, según sus habitantes.
Nuestros dirigentes parecen haber olvidado que gran parte de la delincuencia común se origina en los sectores más olvidados de la ciudad y, lejos de proponer programas de acompañamiento realmente efectivos o soluciones estructurales, se dedican a resolver eficientemente casos delictivos virales en la Internet. Mientras tanto, en los barrios de Medellín se forman futuros delincuentes, quienes seguramente sólo serán capturados si algún periodista de la calle les graba.
En la ciudad donde —para mi sorpresa— cruzarse en la calle con el ex sicario de Pablo Escobar para saludarle, hacer entusiastas arengas y tomarse selfies, parece haberse convertido en motivo de orgullo y alegría, no hemos podido deshacernos de una herencia maldita, dejada a las generaciones venideras de Medellín desde los años 70.
De acuerdo con informes de inteligencia de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, «en 1987 Escobar había consolidado su poder sobre 25 organizaciones de jóvenes en Medellín que, tras la repartición de armas de fuego que este hiciera en el barrio Manrique, habían encontrado en la violencia una forma de vida”. Ahí radica el problema, muchos jóvenes tienen fácil acceso a «combos» y armas, y poco interés en la educación.
Aunque entidades gubernamentales aseguran que se tiende a mejorar y buscan «desarrollar e implementar políticas públicas orientadas al restablecimiento de derechos de los grupos poblacionales, buscando mayores y mejores condiciones de participación, equidad e inclusión social en el marco de la corresponsabilidad”, los habitantes de sectores como la comuna 13 (San Javier), la 5 (Castilla) y la 16 (Belén) coinciden en que no es suficiente. Estos sectores han sido abandonados por el gobierno municipal.
Todos tienen características comunes. Barrios de escasos recursos, ubicados en las empinadas laderas de Medellín, con gran presencia policial por sus antecedentes, conflictos y en algunos de ellos, la existencia de combos enfrentados por el dominio del territorio.
Cindy, una joven habitante del barrio Juan XXIII sector La Divisa, perteneciente a la comuna 13, lleva 18 años recorriendo las mismas calles. Afirma que funcionarios de la alcaldía de la ciudad nunca hacen presencia en el sector para llevar a cabo actividades de inclusión que contribuyan a la solución de sus problemáticas. “Nosotros necesitamos más acompañamiento, y que hagan actividades por estos lados mucho más seguido”, manifiesta.
¿Será que los proyectos estatales quedaron en el papel? —«De la alcaldía por acá no vienen a nada” — “¡qué van a venir!” — “Aquí nos toca improvisar todo” — “No hay programas de inclusión, eventos culturales, ni apoyo, no hay nada” — son expresiones cada vez más comunes entre la gente de estos sectores. Además, la ciudadanía afirma estar cansada de soluciones temporales, que con el tiempo quedan en el olvido.
El asistencialismo, un impedimento para el desarrollo integral.
Existen muchos factores que golpean a la sociedad e impiden su libre desarrollo, uno de ellos es el asistencialismo. No es suficiente con dar solución a las carencias inmediatas de vestimenta y alimentación, sin considerar la necesidad de políticas y programas integrales continuos para atender a cabalidad áreas como la social, psicológica, pedagógica, médica, terapéutica, entre otras en estas comunidades .
Pilar Patiño, es una mujer quien, junto a grupos de voluntarios, dedica parte de su vida a asistir de manera integral a los residentes de estos sectores. Afirma que, si realmente las entidades gubernamentales hicieran presencia allí, las problemáticas se podrían intervenir. “Lo que pasa es que ellos no están directamente involucrados en ella. Ellos van, atienden una que otra problemática, pero no hacen un trabajo preventivo», sostiene.
Soluciones estructurales
Cabe aclarar, que no se trata de dejar toda la responsabilidad en manos del gobierno municipal. — Es imposible erradicar la delincuencia en su totalidad —. Ni tampoco de justificar las acciones delictivas. Se trata de sembrar para el futuro, de evitar que jóvenes que apenas se enfrentan a una sociedad corrompida, sigan el mal ejemplo de quienes ya se han refugiado en “la falta de oportunidades” para hacer y deshacer a su antojo frente a ciudadanos impotentes e indefensos convertidos en víctimas día a día y, paradójicamente, en victimarios si tratan de defenderse.
Para avanzar en pos del mejoramiento, es indispensable la planificación e implementación de una Política Pública que garantice la inclusión de la sociedad civil, la construcción de alianzas con organizaciones de los sectores público y privado y la participación de profesionales en la identificación de problemáticas recurrentes, con el fin de transformar y brindar soluciones definitivas que lleven a acabar con las situaciones conflictivas de estas comunidades y a la consecución de objetivos en aras del bien común.