Siendo la 1:50 de la tarde llegué a su casa e inmediatamente me abrió. Me sorprendió con un gran abrazo, fue como si ya nos conociéramos de años atrás. Rosalía Pérez Fernández es una mujer de 72 años, víctima del desplazamiento forzado, sin embargo, su nobleza, simpatía y ternura no se vieron afectadas por tan traumático suceso.
De acuerdo con doña Rosalía, en 1996 a la vereda La Peña del municipio de Belmira (Antioquia) llegaron las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), a instalarse y a generar control del territorio. Ocasionaron una serie de asesinatos de los cuales fue víctima el señor Olibeiro Jaramillo Lopera, esposo de doña Rosalía.
En medio del testimonio ella recuerda lo venturosa que vivía con su familia, “32 años felizmente casada”. Con sus manos entrelazadas y con la mirada puesta en la mesa se puede observar el orgullo con el que habla de su esposo, mas su nostalgia también sale a flote. “Teníamos la casa con una tienda de abarrotes, licor, billares y restaurante; y había cocheras, pesebreras para bestias, galpones de gallinas y de pollos; había ganado, sembrado de papa, yuca. Teníamos de todo”.
“Nosotros teníamos un amigo que yo crié, ese muchacho era muy querido. Hágase cuenta un hijo. Le decían Patagonia. Esa misma gente lo mató un mes antes que mi esposo”. A Doña Rosalía sus vecinos le cuentan que las AUC habían amenazado y extorsionado a su esposo y posteriormente le exigían abandonar la vereda y si no lo asesinaban, no obstante, ella no estaba enterada.
Según un informe presentado por la Alcaldía de Medellín en el año 2015, el departamento más generador víctimas de desplazamiento forzado ha sido Antioquia, con un total de 1.235.863 personas obligadas a abandonar su residencia o lugar de trabajo, cifra que representa el 19,48% del total nacional, y Rosalía hace parte de ese 19,48%.
“Él era alto, blanco, mono y se fue poniendo del color de su blusa…”, de inmediato señala una camisa azul que llevo puesta, y con el orgullo que siente al evocar el amor de su vida continúa, “…y los vecinos iban y me decían: por qué tu esposo está así, por qué tiene ese color tan raro. Eso fue ocho días antes que él empezó así”.
El señor Olibeiro fue asesinado el 15 de marzo de 1997, “…esa fecha yo nunca la voy a olvidar, este año cumple 20 años de muerto y se siente como si fuera ayer”. La angustia que siente doña Rosalía al rememorar ese episodio tan doloroso es claro en su rostro.
El día de la muerte de su esposo doña Rosalía se encontraba en cama con él y su hija Dalila. Ella tenía 15 años y cursaba el pre icfes en Medellín. Golpearon la puerta y les dijeron, “o abren la puerta o se las tumbamos…”
“Yo fui y abrí la puerta. Entraron tres hombres de botas negras, blue jean azul, chaqueta negra y pasamontañas; muy bien armados”. Doña Rosalía cuenta que de inmediato se arrodilló frente a su cuadro del Señor de los Milagros a suplicar por sus vidas.
“Dos se fueron conmigo porque arriba era el apartamento de nosotros y abajo era la tienda. Abajo había una habitación donde dormían los muchachos (sus 3 hijos) y me entraron allá, esculcaban por toda parte que haber plata, alhajas, que armas y yo le dije: es que nosotros ni plata, ni alhajas, ni armas…”
Doña Rosalía asegura que el día que se dio cuenta que los paramilitares habían llegado a la vereda La peña, aproximadamente seis meses atrás, sintió una “cosa muy horrible”, como si el corazón le hubiera avisado lo que iba a pasar con su esposo y con su familia. “Yo ahí mismo fui donde el alcalde, en ese entonces era Navor Villa y le dije: Navor pero mirá y me dijo que esas cosas había que dejarlas quietecitas”.
“… Yo sentí como unos tiros y ahí mismo ellos tres salieron, ya habían matado a mi esposo dentro del negocio y lo mataron delante de ella, mi hija, en presencia de ella”, con angustia y dolor continúa, “Afuera había otros tres hombres. Yo les dije que por qué no nos mataban a nosotras también, y me dijeron que Dalila era muy bonita y merecía vivir”. Después de este doloroso suceso, los asesinos de su esposo, le dieron 15 días para abandonar su casa.
El 24 de noviembre de 2010 el periódico El Tiempo hizo una breve reseña de los paramilitares en la cual se hablaba que en 1990, Carlos Castaño e Iván Roberto Duque, fundaron las AUC con 3.800 hombres bajo su mando.
Además, dice: “…Se convertirán en el grupo paramilitar más importante del país y en algunas ocasiones contarán con la tolerancia, e incluso, con el respaldo y el apoyo de unidades militares o de policía, al igual que de sectores civiles de sus zonas de influencia”. Lo dicho anteriormente por el periódico El Tiempo se evidencia y ratifica con la declaración de doña Rosalía.
“A mí me dijeron unos vecinos, que los paramilitares fueron con la policía de San Pedro. Yo conocí el comandante de San Pedro. Era moreno, alto y tenía una cicatriz aquí…”, dice doña Rosalía mientras señala con su mano derecha, un pómulo de su rostro, dejando ver que era de gran magnitud.
“…y yo le digo que por encima del pasamontañas se le veía la cicatriz. A mí cuando me llamaron de la Fiscalía, yo fui y dije eso. Yo les dije y en menos de ocho días los cambiaron, o sea que estaban implicados”. Posteriormente, con gran seguridad, afirma doña Rosalía que ella tenía el conocimiento de que los integrantes de la AUC se mantenían en el comando policial.
¿Usted qué hizo cuando se dio cuenta que habían llegado las AUC a su vereda?
Yo fui a donde el inspector y le dije que por qué estaban aceptando esa gente aquí, y me dijo que eso era orden de la gobernación de Antioquia. Y en ese entonces el gobernador era Álvaro Uribe”.
¿Y desde que ellos llegaron a la vereda los problemas con su esposo se generaron rápido?
Eso fue en cuestión de seis meses
¿Y después de eso ellos se quedaron allá?
jumm es que de hecho todavía están, pues no serán los mismos, pero allá están.
¿Y eran paramilitares?
Sí eran paramilitares, ellos han generado muchas muertes, no no no es que después de mi esposo son muchas las muertes que ellos han hecho. Y han desplazado mucha gente porque no sólo los han matado.
¿Y usted presentó denuncia?
Pues ya ve, yo no presenté denuncia pero a mí me llamaron de la Fiscalía y yo conté lo que sabía. Yo no sé Dalila qué diría allá.
Doña Rosalía tuvo que vender todo lo que tenía en la finca: pollos, gallinas y de más animales, por el dinero que sus vecinos le pudieran dar. Su casa se la arrendó a uno de ellos y finalmente él le compró pero nunca le pagó. Después de salir de Belmira como desplazada, regresaba paulatinamente por los intereses que le daba el “comprador” de su finca; hasta que un día la amenazaron y le dijeron que si volvía le pasaría lo mismo que su esposo, así que perdió todo: su casa, sus animales, sus flores y su esposo.
“De ahí empezó todo ese proceso de acción social. Después de la muerte de mi esposo yo me fui para San Pedro, estuve como tres meses y después me fui para Rio Negro. Ya empecé eso de acción social, ahí en Rio Negro, que para los desplazados en el 98, en ese año fue que empecé todo eso del proceso de desplazada; pero eso es una cosa muy tremenda”
De acuerdo con la UNIDAD PARA LAS VÍCTIMAS, “El Estado colombiano reconoce los derechos de las víctimas. La Ley de Víctimas y Restitución de Tierras se implementa de manera gradual y progresiva. Esto significa que las víctimas accederán a los programas por etapas de acuerdo a su grado de vulnerabilidad. La Ley 1448 de 2011 representa un avance importante hacia la búsqueda de la paz, la protección y las garantías de los derechos de las víctimas del conflicto armado interno y un giro de las políticas del Estado colombiano que pone a las víctimas en el centro”
A pesar de que en Colombia hay una ley tan buena, que abarca todas las problemáticas que tienen las víctimas del conflicto y además le da solución a cada una de ellas, “La reparación comprende cinco tipo de medidas: restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición. Las víctimas accederán a una o varias de estas medidas dependiendo de los daños sufridos y el tipo de hecho víctimizante. Las medidas de reparación pueden ser individuales, colectivas, materiales, morales o simbólicas”, doña Rosalía no está de acuerdo con lo que establece la UNIDAD PARA LAS VÍCTIMAS.
Con cierta indignación dice: “A dónde está todo lo que dicen que hay para las víctimas, en el papel, pero en la práctica no hay nada. A mí primero me dijeron que me iban a dar cada mes dinero, me dieron una sola vez. Me dijeron que me daban millón y medio y empecé, que tiene que venir mañana, que venir pasado mañana, que dentro de ocho días, dentro de un mes; hasta que lo último me mandaron para acá para Medellín, a unas oficinas que quedaban por ahí por la Floresta y allá me dieron 670.000 pesos».
Hace aproximadamente seis años, después de cientos de días de «mamaderas de gallo – como lo dice ella -, de idas para allá y para acá» la oficina de Acción Social de Río Negro finalmente pudo indemnizar con nueve millones de pesos a Rosalía Pérez. Esa fue la ayuda del Gobierno Nacional por haber perdido su casa y su esposo; pero como dice ella: “yo creo que esos nueve millones se fueron en pasajes, de toda la papelería tan tremenda que me pidieron y de todas las vueltas que tuve que hacer”.
A pesar que la ley 1448 de 2011 dice que Las víctimas despojadas de tierras o que tuvieron que abandonarlas a partir de 1991 tienen derecho a la restitución de tierras, esto no aplica para doña Rosalía. Y con desánimo y tristeza dice que no ha podido conseguirse la casita.
“Pero es muy duro porque yo vivía muy bueno, porque vivía delicioso, porque fueron 32 años felizmente casada, él me tenía una confianza y yo a él, no sé por qué mi Dios nos separó”.