Hace cinco años en el barrio San Javier, comuna trece de Medellín, se creó La Casa Morada con el fin de generar nuevos procesos de pluralidad e inclusión desde la parte social y cultural. Morada no se nombró así por el color de su fachada, sino por su alusión al concepto de “habitar”.
“Morada es un colectivo que hace radio, genera contenidos, movilización ciudadana, activismo, encuentro cotidiano e intercambio de conocimiento”, así lo define Catalina Bustamante Zapata, Productora Audiovisual y voluntaria en La Casa Morada, quien lleva alrededor de 3 años acompañando todos los procesos del colectivo. «Morada es un parche», describe la comunicadora con gran entusiasmo, reflejando en su rostro el significado de este lugar. «Aquí encuentran un espacio muy relajado con personas disfrutando del momento», lo menciona mientras se levanta para dar un recorrido por el lugar.
Este espacio marca una diferencia en el sector. Al entrar se siente el ambiente y la energía transmitida por las personas encontradas allí. Sus paredes contiene frases muy inspiradoras. Al fondo se ve un gran piano de cola negro. Te dan ganas de tocarlo así no sepas. A la derecha de la entrada, unas escalas y debajo de ellas una puerta blanca misteriosa. Si la abres, te lleva a dos puertas, una al baño y la otra a una sala grande con biblioteca y emisora. Un patio, una cocina, un lugar para experimentar, inventar, leer, escribir, dibujar…un lugar sin tareas ni calificaciones.
Esta casa, aunque no tiene una familia tradicional, ha sobrevivido todo este tiempo por la generosidad, amabilidad, solidaridad, el trueque, el voluntariado, el amor y, ante todo, la calidad de las personas que habitan en ella y quienes le dan finalmente vida.
Daniela Arbeláez Suárez, comunicadora social y quien también es voluntaria en La Casa Morada, llegó allí por una alianza con Casa de las Estrategias y apoya los procesos de formación del lug ar. Es muy comprometida con su labor como estratega de fuentes en la casa, una función que le permite generar vínculos entre personas, sociedades o empresas. “Este lugar no tiene director, indudablemente es un espacio que se comparte entre muchos”, explica.
La casa está adecuada con objetos que embellecen el lugar, y así mismo tiñe el ambiente con historias. Cada uno de estos objetos representa en sí la buena voluntad de la gente, la esperanza persistente por el bien común. La creación de un lugar donde la gente se inventa distintos mundos mientras toman un café, se recuestan en un sillón, barren, escuchan música o juegan videojuegos. La magia está en cada rincón de La Casa Morada, donde cada implemento pasa de ser cotidiano a ser parte de las historias personales de los que la visitan.
A esta casa llegan diferentes colectivos vinculados para fortalecer procesos, ejecutar y organizar nuevas estrategias, logrando así un beneficio en común. Estos procesos permiten la integración de la comunidad y de quienes llegan con motivaciones diferentes permitiéndoles tener una variedad de actividades de las cuales pueden ser parte, sin sentirse excluidos. Así mismo, reconoce que las personas allí son una red de colectivos culturales y artísticos como Ciudad Frecuencia, Unión Entre Comunas, Spiral Creativa, Puñetazo Clown, Confiar Cooperativa Financiera, Casa de las Estrategias, entre otras.
Ciudad Frecuencia es un proyecto musical, el cual trabaja desde hace quince años en la ciudad. Cuenta con ocho sedes en Medellín una de ellas La Casa Morada. Felipe Uribe Pulgarin, uno de sus fundadores, comenta que: “estar en la casa morada tomó alrededor de cuatro años». Al final la alianza entre Ciudad Frecuencia y La Casa Morada permite la existencia de una sala de ensayo musical, donde la primera coloca los equipos y la segunda el espacio. “No buscamos un beneficio económico, es más un voluntariado. La sala de ensayo no tiene ningún costo, es el aporte que nosotros estamos generando para toda una comunidad, en este caso desde la música”, reconoce Felipe Uribe Pulgarín.
Cabe señalar que en la ciudad hay diversos proyectos para crear constructos sociales y generar opciones de fortalecimiento cultural. La Casa Morada es un colectivo donde se ofrece un espacio de intercambio constante de conocimientos y pretende dar una perspectiva diferente de cómo se puede maximizar el impacto social de dichos procesos para mostrar resultados más notorios dentro de los colectivos más pequeños.
Robín López Salazar, licenciado en música en la Universidad de Antioquia y socio de la Asociación Spiral Creativa, llegó al colectivo con el fin de generar una alianza entre la Fundación Confiar, y La Casa Morada, proceso llamado «EnClave de música». Gracias a este vinculo, hoy es profesor de las clases de técnica vocal en La Casa Morada, generando así más procesos para la participación de jóvenes interesados en esta área del canto.
El proceso «Multiplicadores» encuentra en la casa un espacio para el intercambio de conocimientos. Se reconoce un proyecto “Multiplicador” como una integración de la economía solidaria y el desarrollo de nuevas prácticas pedagógicas, encontrando así alternativas diferentes de aprendizajes. “La multiplicación es su método predilecto para lograr su meta”, lo dice con mucha convicción tras haber trabajado con este proyecto desde varios años atrás Felipe Mora, otro socio fundador de Spiral Creativa. Él dice «Spiral es un espacio-proceso para el encuentro, el aprendizaje social, la creación y consolidación de vínculos multiplicadores que construyen comunidad artística con personas y colectivos de la ciudad, en este caso con La Casa Morada».
Para el sociólogo, Carlos Suárez Quinceno, quien por más de 15 años investiga problemáticas sociales y culturales, “la casa tiene un elemento que se le añade: este es un modelo educativo donde hay muchas oportunidades de innovar y esto lo hace un espacio más pedagógico”.
Se ama lo que se habita.
La vida siempre te sorprende cuando deseas buscar un lugar que le de cabida a tu personalidad. Encuentras personas y lugares maravillosos donde eres complemento y también te hacen sentir complementado.
Wendy Vera, quien forma parte del equipo de comunicaciones y movilización de La Casa Morada, afirma que “siento, en efecto, la necesidad de resaltar el cronograma de la casa, tenemos los semillero de radio, programación de videojuegos y páginas web, técnica vocal y clases de guitarra, contamos con un espacio de narrativa en la biblioteca, periodismo investigativo y agro arte”.
Ahora bien, esta casa tiene muchos espacios por ofrecer. Se da un sinnúmero de actividades culturales y semilleros, haciendo del lugar un elemento representativo convirtiéndose en una sinergia con la frase de la Casa: “Sólo se puede amar lo que se habita”.
Un lugar puede cambiar según el ambiente y las personas que lo rodeen. Hay lugares para todos, pero pocos logran atraparte y hacerte sentir cómo en tu casa. No es solo un lugar para habitar, es un lugar para abrirte a los demás, conocer y experimentar con otros. Las memorias se crean a partir de lo vivido.
Elizabeth Vélez, más conocida en la casa como “Nanis”, Lleva alrededor de tres años en este lugar. Empezó a ir al semillero de programación porque le gustaron los temas allí tratados. Al pasar el tiempo ella desistió y al siguiente año decidió regresar, pues tenía la aspiración de volver a la programación, pero se encontró con más cosas, entre ellas las ofrecidas por el EnClave de Música. Ella añade que “estos años en los que he estado en la Morada me han servido mucho para conocer el sistema económico solidario, logré entender cómo es el funcionamiento de la casa y la multiplicación».
“Muchos jóvenes que hoy habitan allí se sienten identificados. Dicen que siempre vuelven porque en este lugar se siente una calidez igual o parecida a la de un hogar. Es por eso que todos los días se generan nuevos vínculos de amistad, de amor, de unión y de hermandad” dice Estefanía Giraldo Tabares, participante de varios procesos en La Casa Morada. Llega allí con el interés de participar en las clases de técnica vocal, siempre le ha gustado el canto y ve esto como una oportunidad para su carrera artística. Su forma de «multiplicar» y generar más procesos en la casa fue dictar por 3 meses un ciclo de salsa para el componente corporal de La Casa.
Estar en la Casa es una experiencia muy satisfactoria. No has salido de La Casa Morada y ya estas pensando cuando volver, en qué proyecto o taller meterte, qué libro leer o en cuál programa de radio hacer parte. Como seres humanos siempre buscamos la manera de entretener nuestra mente o poder satisfacer nuestras necesidades y deseos. Pero como jóvenes, muchas veces terminamos satisfaciendo nuestras necesidades en los lugares equivocados.
Conocer un lugar como La Casa Morada me deja una satisfacción enorme. Siento que ya soy parte importante allí. Encontré personas muy valiosas, verdaderos amigos, apoyo y un gran conocimiento a nivel solidario y personal. Como muchos jóvenes que mencione, yo también soy parte de varios procesos de «Multiplicación», hago radio, participo en el EnClave de música y soy socia de Spiral Creativa. Gracias a todo esto y los vínculos que se crean en este lugar, la Cooperativa Confiar me brindó un apoyo económico para seguir estudiando. Ahora soy, becaria de Confiar. Mis horas sociales las pago haciendo lo que más amo: habitar en la Casa Morada.